viernes, 14 de noviembre de 2008

Transición

Como ya había contado, a mi vuelta de Argentina me encontré todavía a la famosa tía que no quería irse de casa, y mis hijas a punto de estallar porque no las dejaba hacer nada... porque "son chiquitas" .Los "chiquitos" sí podían salir a la calle.

Y mi hijo, que sí podía salir, no quería.

Empezó a apartarse de sus amigos-vecinos. Tenía para ese entonces un amigo semi-argentino, como él, a quien la mamá no dejaba salir, así que se la pasaban los dos jugando con la computadora y con los juegos electrónicos de esa época... y no sé qué más, porque estaba en la casa de la amiga argentina...

También se peleó con el violín y lo dejó. Eso fue doloroso para mí. Lo cierto es que yo estaba muy ilusionada con que tocara el violín, no porque hubiera sido mi instrumento favorito o porque yo hubiera deseado tocarlo alguna vez, ya que nunca tuve grandes dotes musicales, que me acuerde, sino porque me parecía un desperdicio de talento... Pero era su decisión.

Para mí, pasar cerca de la sede de la Sinfónica era casi una tortura,y se me llenaban los ojos de lágrimas... Conclusión: no podemos soñar sueños ajenos. Ellos tendrán los suyos propios.

De todas maneras seguíamos corriendo a los ensayos y presentaciones del coro, y seguíamos en miles de actividades. Es decir, seguían, porque había una supermamá dedicada a hacer crecer a sus chicos y meterles algo más de lo que les meten en la cabeza en el sistema formal de enseñanza.

A todo ésto, estábamos en planes de reformar y ampliar la casa, así que viene una época de revolución casera, ya que se hizo el trabajo con nosotros adentro. Eso lo cuento otro día.

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