miércoles, 8 de octubre de 2008

LA FAMILIA YLA MÚSICA

Hace días que no escribo. A veces las cosas se complican o no estoy de ánimo para mirar hacia atrás...

Pero estuve pensando en otras cosas,aparte de la parte de la lectura. Y es el vínculo con la música, que en mis hijos empezó temprano.

Ya había notado que mi hijo tenía un gran oído. Tarareaba piezas que había escuchado una sola vez. Y hablo de música clásica, que es la que escuchaba en mis tiempos caribeños, cuando el encargado de la radio estaba en la ciudad... porque cuando se iba a la capital, nos dejaba sin programación...

Cuando tenía unos tres años, más o menos, empezó con unas clases de iniciación musical : reconocer y repetir ritmos, reconocer instrumentos y no sé cuánto más.

Siguió luego en la Universidad, en un programa para niños, para luego , como a los seis años ser admitido en el programa infatil de la Orquesta Sinfónica. Su instrumento: el violín.

Así que empezó con el estudio del instrumento, con un profesor japonés, muy estricto. Gran entusiasmo y quería tocar todo y adelantarse al programa. Pero el profesor decía: paso a paso. Primero una pieza y luego otra. El quería tocar todas las que aparecían en su libro de partituras."Hay que practicar" "Hay que estudiar al menos una hora al día"...

Ah, mezclado con la impaciencia del pequeño músico por adelantar el libro, estaba el alboroto de las hermanas. Claro, para llamar la atención, elegían el momento de la práctica para pelearse y gritar frente a la puerta. Aquello era un verdadero caos y, en lugar de un espacio de armonía, era un momento de guerra. Yo, en el cuarto observando la práctica y ellas arremetiendo contra la puerta y la música...

A pesar de todo, seguía adelante. Creo que dos veces por semana tenía clases, por la tarde, que era la hora de las lluvias... Así que salíamos los dos bajo los aguaceros, con un paraguas y el violín bajo el brazo.A veces estábamos con suerte y salíamos justo cuando el profesor (que era y todavía es, vecino nuestro) iba para la Sinfónica, así que conseguíamos viaje sin mojarnos. Otras, debíamos arreglarnos como fuera.

El papá no se involucraba mucho con el tema violín, en realidad no estaba muy de acuerdo , además de que escuchaba lo que decía su mamá: "pobrecito, no tiene tiempo para descansar". Así que rara vez me dejaba el auto para ir a las clases.

Hubo una primera presentación: eran cuatro los alumnos de ese nivel. Fue muy emocionante ver los frutos del estudio, de los sacrificios...

Y así seguimos adelante. Luego apareció el Coro de niños. El director era un argentino que ahora vive en Italia. Así que... una actividad musical más. Violín y coro. Ahora también iban las chicas, así que me tocaba correr un poco más, y conseguía el auto más a menudo. Un día, mi hija,la del medio, me dijo que le gustaria aprender violoncello. O sea, íbamos ampliando el panorama .

Ya era normal pasar corriendo de aquí para allá...la supermamá...

La supermamá corría y corría. La supermamá que nunca había estudiado música, aunque había cantado en el coro del colegio, la mamá con supermamá que había tocado piano y abuela pianista...

Lo cierto es que los chicos tenían presentaciones corales (hasta una ópera para niños, con sólo niños protagonistas) y yo ayudaba también en la organización, en conseguir lugares para las presentaciones, entrevistas en los diarios para conseguir publicidad gratis, cobrar a los papás por las clases que los chicos recibían en la Escuela de Canto Coral... Total, una supermamá orquesta...

Actualmente mis hijas disfrutan la música pero no la practican. Y mi hijo acaba de empezar en un coro, sólo que ahora es tenor.

Y ya seguiré más adelante.

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