viernes, 26 de diciembre de 2008

Un año que se va

Este es un pequeño paréntesis para desear a todo el que me lea, que tenga un buen fin de año y un excelente comienzo del nuevo.

Siempre terminar uno nos hace recordar las cosas pasadas y pensar en lo que vendrá. Ese resumen no nos deja siempre satisfechos de nuestros logros y por lo tanto,nos porponemos hacer las cosas mejor en el próximo.

Y al pensar en todo lo pasado, sé que no he hecho todo bien, pero tampoco, tan mal. Y me propongo aceptarme tal cual soy y aceptar la realidad como es. Aceptar que no puedo cambiar muchas cosas y convivir con eso sin sufrir.

Y abrir las puertas a lo que vendrá, porque no sabemos qué nos espera ... y ojalá sean muchas cosas buenas.

Empezando a asentarnos

Hay momentos de nuestra vida que quedan bien demarcados por fechas, que son fáciles de localizar en el tiempo. Para mí , el "tiempo de Francia" es uno de esos.

Así que recuerdo tantos detalles de aquellos primeros días, de la confusión del idioma, de no entender nada, de sentirse un pocó inválidos por esa falta de comunicación...

Y las caminatas por la ciudad con los chicos... parecíamos salidos de una película... todos en fila por las aceras , callecitas y centros comerciales. Todos con los ojos abiertos ante las vidrieras que ya anticipaban las ropas invernales: bufandas, abrigos, guantes, gorras... todo era nuevo para los chicos, que soñaban mirando tantas cosas coloridas, deseando que llegara el frío.

Pero también los paseos a la fuente dela Comèdie, las caminatas por la Esplanàde, oyendo tambores africanos , y con sus árboles tan verdes que nos daban un respiro en aquel caluroso verano.

Y los perros de todos los tamaños y colores, caminando junto a sus dueños. Unos elegantes y sofisticados, otros, con su pañuelito al cuello y dueños de apariencia ... no muy amistosa...

Y las aceras, bueno mejor ni acordarse de cómo quedaban al paso de tantos canes, y tantos dueños apurados que dejaban sus rastros perfumados ...mmm ... había que andar con cuidado. Yo siempre decía que los turistas eran los que iban admirando los edificios y las cúpulas, mientras los vecinos eran los que iban mirando al suelo, esquivando los "regalos" que dejaban los bien alimentados animales...

Uno de esos días,llegamos a conocer nuestro apartamento, frente a la estación del tren. Subimos los tres pisos con sus interminables escalones ... y aquél calor... Una sala comedor amplia con un balcón con dos puertas, tres dormitorios bastante oscuros, un baño y una cocina miniaturas. Y por cierto, la cocina era como un pasillo, y oscurísima...con una mesita pegada a la pared. Pero cabíamos todos. No éramos muy exigentes.

Así que a prepararse para llegar con todas las valijas y empezar a buscar muebles. Cuántas carreras! Y con tres chicos...