sábado, 29 de noviembre de 2008

Llegada a Montpellier

Así que ahí estaba toda la familia, con miles de valijas y bolsas.Mi hija menor llevaba no sé qué cantidad de juguetes (sólo sus preferidos) y su almohada! Parecíamos verdaderos gitanos!

Pasamos migración y estábamos a la espera de que nos llamaran para subir al avión, cuando mi marido pega un salto.: -" Los cheques de viajero! No los tengo! " . Y qué hacemos ahora....???? Intentamos llamar por teléfono a su secretaria pero los teléfonos públicos no funcionaban. Pedí permiso para cruzar migración en sentido contrario... a correr a una de las oficinas del aeropuerto, hacer la llamada para cancelar los cheques y nadie pudiera cambiarlos...Volver a pasar migración... Adentro, la gente con cara de pánico... ya se habían subido al avión y me estaban buscando por todo el aeropuerto porque , finalmente, los cheques habían aparecido...

Así que entré al avión y todos me miraban con cara de " por qué no llega más temprano"... Quedamos todos sentados en lugares separados. Al menos estaba junta a mi hija más chica. Finalmente el avión sale y me dije: "ahora, a descansar". Pues las cosas no fueron así,porque del otro lado del pasillo iba una española muy simpática con la que hablamos casi todo el largo viaje. Y llegamos a Amsterdam.

Allí, bajarse con ese montón de valijas y bolsos... Y pasarse a un avión más chico que nos llevaría a Toulouse.Mucho más chico, el avión... como de veinte pasajeros...

Así que fue un vuelo a baja altura , viendo los campos maravillosos y los pueblitos... La aventura apenas estaba empezando.

Llegamos a Toulouse... y, otra vez con el tremendo equipaje, a buscar un taxi donde entráramos los cinco con todo ... y que nos llevara a la estación del tren.

Parecíamos unos campesinos perdidos en la ciudad. Y para colmo, el único que medio medio chapuceaba francés, era mi marido. Pero finalmente lo logramos y tomamos el tren en la dirección correcta, rumbo a Montpellier.

A pesar del cansancio, no quería cerrar mis ojos para no perderme los pueblos y la campiña francesa...miren... un castillo!!!!!!!! Miren , aquello es Carcasona.... Ah, parecía un sueño ... Y con otro ojo, vigiliar nuestras valijas etc.etc... ya que como veníamos de esta región del planeta donde las cosas desaparecen al menor descuido...

Luego de unas horitas, bajamos en la estación de Montpellier. Ya estamooooosssss!!!!!!!

Y ahora... qué hacemos? Bueno, el hermano de una amiga mía vivía ahí, y nos había conseguido que una secretaria o empleada suya nos alquilara su apartamento, ya que ella se iba de vacaciones. El caso es que mi marido empezó a llamar infructuosamente al hermano de mi amiga... No contestaba nadie... Al fin apareció una voz francesa que le dio otro número de teléfono... El caso es que para esa noche, tendríamos que ver qué hacíamos... y esperar al día siguiente para resolver nuestro alojamiento.

Dejamos la mayor parte del equipaje en los casilleros de la estación y fuimos a buscar un lugar donde pasar la noche. Y dimos nuestros primeros pasos en la ciudad que nos alojaría por tres años. Y, curiosamente, donde viviríamos ese tiempo era, justamente, frente adonde estábamos parados.

A pesar de los trastornos , esa noche fue mágica, cuando conocimos la "Place de la Comèdie" .Valió la pena toda la travesía, la cargada de bolsos y valijas, la falta de sueño, los sustos aeroportuarios... estábamos a punto de pasar los tres años más increíbles de toda la familia...

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Rumbo a Francia

Pasamos ya no me acuerdo cuántos meses para remodelar la casa y que quedara preciosa. Y entonces, un día , llegó la noticia: había sido aprobada la beca para mi marido para estudiar en Francia.

Qué emoción! Qué locura! Empezamos a estudiar el mapa de Francia. Adónde ir? Habían dos posibilidades que se adaptaban a lo que él quería estudiar. Una era en en Estrasburgo y la otra era en Montpellier. Nos aconsejaron que eligiéramos ésta última sobre todo por el clima,ya que era al sur y por lo tanto, menos frío.

Además... ya había un contacto o dos en esa ciudad, que podía ser de más ayuda a la hora de instalarnos por allá.

Qué alboroto! Los chicos empezaron con clases de francés: un poco con una vecina y otro poco con un francés flaco y alto. Por mi parte, agarré unos cassettes que habían por allí y empecé a estudiar algo por mi cuenta.

Fueron varios meses de preparativos, de algunas indecisiones, de pensar en los chicos y su adaptación (qué tontería: ellos se adaptan rapidísimo) ... de calcular lo que nos podía costar vivir allá... Mi marido había planeado hacer un doctorado en derecho... y finalmente fue en Ciencias Políticas...

Así que esos últimos días de despedida fueron de temblores y los chicos estaban ansiosos por que nos fuéramos lo antes posible.

Y la fecha se acercaba: legalizar notas escolares, certificados de nacimiento, visas, carreras de aquí para allá, despedirse de las maestras, de los vecinos, de la rutina... y salir a la aventura, una aventura que nos marcaría a cada uno de nosotros para siempre.

A veces sucede que tres años se nos van y ni nos damos cuenta. Pero esos tres intensos años en Francia nos dejaron huellas imborrables.

Entonces dejo hoy este blog-historia con todos los protagonistas en el aeropuerto, cargados de valijas y bolsos...