viernes, 3 de octubre de 2008

Lectura

Aunque hace un montón de años, hay tantos recuerdos presentes ...y tantos borrados!!!

Así que irán saliendo salpicados.

Me estaba acordando de mi hijo cuando era chiquito. Realmente fue asombroso cómo aprendió a leer tan chico. A los cinco años leía de corrido. No a los tropezones, como hacen al principio, sino que leía muy rápido. Su maestra de kinder (Jardín de infantes) me comentó un día que estaba leyendo un cuento y él estaba sentado a la par suya, siguiendo con la vista la lectura. En determinado momento, la maestra dijo "hueco", y mi hijo la corrigió: "ahí dice pozo"...

Los vecinos de enfrente leían la Biblia todos los días, y lo invitaban a él para que leyera párrafos, estaban asombrados. A pesar de tantas lecturas bíblicas, no salió religioso ni nada que se le parezca.

Las chicas , en cambio, no demostraron interés por la lectura. Pero esas cosas pasan. No todos los chicos son iguales. Mi amiga del alma era una vaga completa para leer, tanto así que me pedía a mí que le leyera antes de dormir. Lo malo es que yo seguía leyendo y de protno me daba cuenta de que estaba profundamente dormida: me usaba de somnífero...ji,ji

En casa la lectura era un "deporte". En esos tiempos sin tele, vivíamos sólo con la radio y los libros. Cuando nos preguntaban que qué queríamos para el cumpleaños o para Navidad, casi siempre eran libros. Mi hermana era un completo ratón de biblioteca. Leía todo lo que tuviera a mano. Incluso un libro que había sido de mi abuela paterna, sobre la vida de santos y mártires...

Otra que ahora no lee porque está en cama y le resulta incómodo por el problema de los anteojos y el peso de los libros, es mami, a sus noventa y ocho. Pero ella vivió parte de su vida a través de los libros. No podía estar sin leer, y si no, releía y releía sus favoritos.



Con el paso del tiempo, mi hijo lee sólo lo necesario, creo. Mi segunda hija es una buena lectora, y la menor no tiene mucha constancia...

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