martes, 6 de enero de 2009

Empezando una nueva vida

Empezamos a instalarnos en el departamento de la calle Jules Ferry, frente a la estación. Mi marido era un experto en acomodarse rápidamente. Así que empezamos a recorrer sitios enbusca de muebles usados y , muy importante, una cocina y una heladera (refrigeradora). Era armar casa otra vez, comenzando de cero.

Fuimos a un MEGA SUPERMERCADO... Aquello era gigantesco. Nunca habíamos visto nada parecido. Había absolutamente de todo lo que se nos ocurriera. Y con chicos... aquello era una locura, se convertía en una compra febril, entre lo que necesitábamos y lo que ellos querían... Desde cubiertos hasta colchones... Y revisar precios, y hacer los respectivos cálculos de conversión a dólares y anuestra moneda, para asustarnos todavía más...

En poco tiempo teníamos lo básico para empezar, agradeciendo que todavía no fuese invierno. Hubo que abrir una cuenta en el banco, asegurarnos, asegurar el departamento, buscarles escuelas a los chicos y... hasta comprarnos un auto, un Fiat Uno, que nos prestó muchos servicios a lo largo de nuestra estadía.

Y así también empezaron nuestros primeros paseos, con pic-nic incluído, nuestras primeras perdidas en las carreteras, nuestras confusiones en las rotondas y las salidas de las mismas, nuestros primeros asombros , algo de estrés , por supuesto, pero fue fantástico: el amado puentecito romano con su arroyito lleno de ranas escandalosas, el río Hèrault, la playa, los pueblitos medievales, los bosques perfumados de hierbas , las caminatas...

Esos fueron ingredientes importantísimos en nuestra vida: los pic-nics de los domingos, cuando salíamos de aventura...

Y ya el verano empezaba a declinar...

2 comentarios:

Maria Rapela dijo...

que bonito, estos dias que estoy por cac, me digo que si tuvieramos un auto seria otro cantar...se viven cosas diferentes..pero bueno cada cosa en su momento...

Super mamá? dijo...

Ah, qué bonito ese tiempo en el que no había tantas responsabilidades (bueno, salvo la de criarlos a ustedes, que era bastante, pero no demasiado, o sea, no era tan agobiante).
Y en esos lugares tener un medio para transladarse y agarrar los caminos, invadir los bosques con pic-nics y romper el silencio con nuestras voces y juegos... fue ...de lo mejor.
Abrazos!