viernes, 17 de octubre de 2008

EN JAQUE

Sé que han pasado unos días desde que escribí lo anterior... Estuve muy triste. Pero es normal estarlo. Ahora queda el recuerdo imborrable y dejarla ir tranquila.

Pero aparte de eso, tengo otra razón para sentirme triste.

Realmente queesto de ser madre no es nada fácil, como ya habrán ido notando. No sé si a otras personas les ha resultado más fácil.

Partimos en esta aventura maternal sin más experiencia que la de haber sido hijas, y tal vez queriendo poner un toque personal a nuestra forma de educar, evitando cometer los errores, pequeños o no, cometidos por nuetros padres, a veces queriendo cambiarlo todo y a veces cayendo en lo mismo. No hay ningún manual para educar hijos o, tal vez, algún engreído habrá escrito uno, quién sabe. Lo cierto es que no hay nada seguro ni nada fijo.Nada imitable.

Porque sencillamente somos seres humanos y todos somos diferentes, aunque parezcamos cortados por la misma tijera. Recuerdo a Ilona comentando lo diferentes que éramos los cinco hermanos, criados todos tipo ejército y por las mismas reglas, y todos distintos.

De todas maneras, todas las mamás, y los papás también, deseamos siempre lo mejor para nuestros hijos y, sin vergüenza de decirlo, sentimos secretamente que ellos son los mejores. Cuando nos reunimos con otros amigos papás , hacemos casi una competencia de maravillas... contando anécdotas que destacan su inteligencia, sus talentos, sus bondades... Mmmm

Así es que cuando las cosas no salen como una las había planeado, meditado, soñado... nos cuesta reconocerlo. Nos cuesta admitir que no todo lo hicimos bien, que también nos equivocamos y que nuestros hijos no son perfectos. Son simples seres humanos como cualquier otro (pero criados por nosotros,je,je) que también se equivocan, que nos ponen en jaque más de una vez, que se enferman, que nos enfrentan, nos desafían, nos sacuden y siguen su camino como si tal cosa.

Y vuelven, nos abrazan, nos tranquilizan, dan media vuelta y siguen con su vida. Y es que la sociedad y la familia nos amarra, pero a los hijos no podemos amarrarlos ni tenerlos siempre a mano. Hay que dejarlos volar.

Y aunque a veces quisiera ayudarlos, quisiera que entendieran que uno busca lo mejor para ellos, que quiere que estén bien, que progresen, que salgan adelante, que reconozcan cuando se equivocan y que están poniendo su vida en peligro, que vean que están al borde del precipicio ... siguen adelante, obcecadamente, ciegamente, y nos sentimos impotentes, incapaces de hacer nada para evitar la caída...

Es que a veces esta supermamá se siente golpeada ... y tiene ganas de decirlo... aunque mañana tal vez las penas hayan pasado.

2 comentarios:

Maria Rapela dijo...

ay gordissss....que pena, todo esto...pero que bueno que lo estas sacando afuera...

Anónimo dijo...

Sí, gracias al empujón que me diste... Aunque a veces ni tengo ganas de escribir... mmm